Pensamiento LILAQ

Debemos la vida a la tierra, y a nosotros nos toca velar por ella. Dar y recibir, recibir y entregar.  Ahí radica la importancia de utilizar productos sostenibles,  así lograremos respetar el medio ambiente, al igual que lograremos cuidar y amar nuestra propia piel. Después de todo, es en el cuidado mutuo donde hallaremos la dulzura.

Esa dulzura que muchas veces es representada por la tibieza y la claridad. La que nos ofrece el fuego que nos aleja de la oscuridad y el frío. Esa mezcla de la dulzura y la tibieza se ve perfectamente reflejada en el rayo de luz del sol que calienta nuestra piel.

El aire, en cambio, es espacio. Lugar. Invisible para nuestros ojos. El infinito. Imperceptible a veces para nuestros oídos. Pero es el aire el que remueve las esencias, y es el aire el que nos brinda los aromas finos y dulces de la tierra. Es por ello que el aire se convierte, a menudo, en el perfume de la naturaleza.

¿Pero dónde encontrar ese sustento, ese toque intangible? ¿En el mar? ¿En el arroyo? ¿Dónde si no? El agua es gran parte de nuestro cuerpo. Imprescindible. El agua es la fuente de toda vida, el caudal necesario para vivir. Fecunda la tierra, florece la vida, el agua revitaliza nuestro cuerpo y nuestra piel.

LILAQ está impregnada por el aroma de todos estos elementos de la naturaleza: el respeto al entorno, la dulzura, la tibieza, la transparencia. Es natural, y es por ello que cuida y ama del mismo modo tanto el medio ambiente como nuestra piel.

LILAQ: lurra, ignis, aire, aqua. (Tierra, fuego, aire, agua).